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Juan Guillermo Ángel Mejía
“Los musulmanes creen que la caída del Imperio Sasánida en manos musulmanas fue beneficiosa para la humanidad. Pero estos beneficios solo son evidentes si aceptamos la visión del mundo que tienen los musulmanes”, dice Yuval Noah Harari, el audaz historiador autor de Homo Sapiens y del mejor Homo Deus.
Esta ciudad tiene en su haber cerebros y voluntades valiosas, metas que cumplir y dificultades que superar, aunar esfuerzos es lo deseable y a esa convocatoria nos sumamos sin reticencias pero allí está el dilema, cómo ponernos de acuerdo en la visión de ciudad, cuáles las dificultades a superar y cómo escoger a los hombres y mujeres que deben asumir el liderazgo que requerimos, esas son las preguntas sobre lo fundamental como diría un inmolado dirigente político.
Cuando empezamos el trabajo aparecen las ideologías, las creencias, los partidos políticos, las organizaciones sociales y las roscas que se apoderan de los instrumentos de gobierno quienes no siempre lo ejercen en beneficio de todos.
La administración de lo público, la legitimidad ha de emanar del pueblo soberano pero ese principio ha dejado de existir, ahora ese poder ha migrado de los cuerpos colegiados, de los gobernantes electos a otros lares, el del dinero, son más poderosas las grandes corporaciones y los muy ricos quienes muchas veces no son los más altruistas ni los mejores ciudadanos quienes definen quién y cómo se administra lo público, lo de todos.
En el caso de la ciudad los gremios asociados y comandados por un puñado han logrado no solo dirigir sus empresas y organizaciones sino también las políticas públicas, los organismos descentralizados a través de sus juntas directivas y se han convertido en apoyos y algunas veces en áulicos del gobernante de turno.
Ponernos de acuerdo entonces no nos obliga a aceptar que se deba privatizar lo público y particularmente los servicios esenciales y rentables, por el contrario pensamos que ese el camino más expedito para la corrupción, no es necesario recordar a Odebrecht o los casos que tienen en prisión o condenados a los presidentes de Guatemala, Perú, Brasil, Argentina o Panamá, y que también han ocurrido en Colombia donde no pasa ni pasará nada, tampoco nos obliga a callar ante el desafortunado ser Pilo Paga, ni aceptar que el resultado del civismo local, el Centro de Convenciones, se bautizara con los nombres de Juan Manuel Santos y Cecilia López, ni sumarnos al manejo que se le quiere dar a los predios que le regalamos al ejército, ni comulgar con la manera como se violenta la autonomía de la Universidad Pública local, o la maniobra para desprestigiar y para nombrar a los delegados de los trabajadores y la recolección de poderes para apoderarse de Comfamiliar, para solo citar unos ejemplos.
Nosotros también hacemos un llamado a los entes gremiales para que entiendan que en Pereira hay mucha gente buena en la que se puede confiar, que dejen de clasificarnos en buenos y malos y para que administren lo propio y que saquen las manos de lo público, estrategia que los está convirtiendo en un directorio político; hablemos y verán qué bueno es juntos para el mismo lado.
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