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Alberto Zuluaga Trujillo
Mientras los colombianos sigamos observando la lentitud de la justicia frente a los corruptos y continuemos enterándonos de que las penas impuestas no guardan proporción con el daño social y económico producido, estamos enviando el pésimo mensaje de que delinquir sí paga.
Siendo de infinita gravedad lo que está ocurriendo, alarma la poca importancia que a este tremendo mal hemos dado pues, hasta hoy, en un país que en los últimos años viene marchando por todo y contra todo no se le ha ocurrido hacerlo para condenar la corrupción y lo que es peor, no ha habido líder alguno dispuesto a encarar tamaño flagelo.
Que el Jefe Anticorrupción de la Fiscalía haya sido cogido en flagrancia recibiendo 10 mil como anticipo al pedido de un millón de dólares; que tres magistrados de la sala penal del Tribunal Superior del Meta la Fiscalía les imputara cargos por hacer parte de una empresa criminal junto a seis jueces de garantías, asistentes de juzgados, funcionarios del Inpec, abogados e investigadores del CTI; que por nexos con bandas criminales y organizaciones del narcotráfico 14 policías en Bogotá estén tras las rejas; que una Fiscal recientemente capturada junto a su pareja sentimental por favorecer a paramilitares, se les encontrara entre sus bienes una casa de 490 mil dólares en Estados Unidos; que a las campañas de Juan Manuel Santos y Oscar Iván Zuluaga hayan llegados dineros de Odebrecht; que los sobrecostos de Reficar superaran los 3 mil millones de dólares y un etc. etc., a más de las incontables noticias sobre desfalcos, coimas y todo cuanto tiene que ver con la descomunal corrupción que nos agobia, registradas a diario por la televisión, la radio y la prensa, nos están indicando a las claras que este nefasto cáncer ha hecho metástasis en el cuerpo entero de la nación, comprometiendo por igual a las tres ramas del poder público que se disputan la camiseta de la corruptela en Colombia.
En este sórdido entramado, el sector privado tiene una inmensa responsabilidad al financiar las campañas políticas, génesis de la podredumbre que nos circunda, pues al hacer su aporte pone las condiciones para su entrega, contribución que conlleva una altísima retribución. Ya elegidos, negocian su apoyo al gobierno a través de los cupos indicativos asignados por el Ministro de Hacienda al igual que el respaldo para la elección de los magistrados de las distintas Cortes, cuyos candidatos hacen lobby ante las Cámaras para obtener su beneplácito.
Es una vergonzosa cadena de favores en donde estos reyezuelos de la justicia y del poder legislativo se protegen, además, con escandalosos privilegios y sueldos igual de exorbitantes que, por ley, les son aumentados en proporciones muy por encima del promedio nacional. Y así nos siguen convocando y el pueblo tonto votando. Ya alguien dijo que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen.
alzutru45@hotmail.com
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